Mantén tu fachada fresca mientras cuidas el medio ambiente

Vivir en Sanxenxo es un lujo que te regala el mar, el sol y ese aire salado que te despeina en cuanto pones un pie fuera de casa, pero también es un desafío para las paredes de tu hogar, que se llevan la peor parte entre la humedad pegajosa y el calor que te hace sudar hasta en la sombra. Por eso, cuando vi que mi fachada empezaba a parecer un cuadro abstracto con manchas y desconchones, me lancé a probar la pintura térmica exterior Sanxenxo, que está causando furor entre los vecinos que quieren proteger sus casas y, de paso, hacerle un favor al planeta. No es solo una capa de color para presumir en Instagram; es como ponerle un escudo a tu casa que refleja el sol, repele el agua y te ahorra un buen pellizco en la factura del aire acondicionado, algo que en veranos como los de aquí se agradece más que un helado en la playa.

La composición de esta pintura térmica exterior Sanxenxo es como una receta mágica que mezcla tecnología con un toque de sentido común. Lleva microesferas cerámicas diminutas –imagínate bolitas más pequeñas que un grano de sal– que actúan como un espejo para los rayos del sol, mandándolos de vuelta al cielo en lugar de dejar que calienten tus paredes hasta que parezcan una sartén. Mi colega Juan, que vive cerca de la playa de Silgar, me explicó que también tiene resinas acrílicas que hacen que la humedad resbale como si la fachada fuera un pato impermeable, algo clave en un sitio donde el salitre y la lluvia se turnan para fastidiarte la casa. Cuando la pinté en mi chalet, el tipo de la tienda me dijo que esas partículas especiales reducían la conductividad térmica, y aunque al principio sonaba a chino, luego lo pillé: menos calor entrando, menos necesidad de ventiladores zumbando todo el día.

Los beneficios en el ahorro energético son de esos que te hacen frotarte las manos, porque en Sanxenxo, donde el sol pega como si quisiera vengarse, mantener la casa fresca sin arruinarte es un arte. Después de pintar mi fachada, noté que el interior estaba varios grados más fresco, incluso en esas tardes de agosto en las que el termómetro se ríe de ti; mi factura de luz bajó tanto que casi llamo a la compañía para asegurarme de que no se habían equivocado. Mi prima Ana, que tiene una casa en Portonovo, me contó que desde que usó esta pintura térmica exterior Sanxenxo, su aire acondicionado descansa más que ella en la hamaca, y encima dice que el ambiente dentro es más sano porque hay menos humedad colándose por las paredes. Es como si le hubieras puesto un traje de superhéroe ecológico a tu casa: gasta menos energía y reduce tu huella de carbono sin que tengas que hacer malabares.

Aplicarla bien es clave para que funcione como promete, y aunque no soy ningún Picasso, me lancé a la aventura con un poco de ayuda y muchos consejos del pintor del pueblo. Primero, hay que limpiar la fachada como si fueras a recibir a la reina: nada de moho, polvo ni restos de pintura vieja que puedan estropear el agarre; yo usé una hidrolimpiadora y me sentí como en una película de acción hasta que me empapé entero. Luego, una capa de imprimación para que la pintura térmica se pegue como lapa, y después, a rodillo o pistola, dependiendo de si quieres sudar la camiseta o parecer un profesional. Mi amigo Pepe, que es más de brocha gorda, me dijo que lo importante es dar dos capas generosas, dejando secar bien entre una y otra, porque si te apuras, el acabado parece un mapa del tiempo en lugar de una fachada decente. En mi caso, elegí un blanco roto que refleja el sol pero no deslumbra a los vecinos, y el resultado es una casa que parece recién sacada de una revista.

Cada vez que miro mi fachada y veo cómo aguanta el sol y la brisa marina sin inmutarse, pienso en lo bien que me ha venido esta pintura térmica exterior Sanxenxo. Entre el fresquito que mantiene dentro, el dinero que me ahorro y esa satisfacción de saber que estoy cuidando un poquito el medio ambiente, es como si hubiera ganado una medalla sin moverme del sofá. Es una inversión que se nota en el día a día y que hace que mi casa sea un refugio perfecto en este rincón de la costa.