Sabor marino que solo puede venir de casa

Hay pocas cosas en esta vida que me hagan salivar como pensar en un buen camarón gallego en Sanxenxo, ese bichito pequeño pero matón que lleva el sabor del mar metido en cada rincón de su cuerpo. No es solo un marisco, es un pedazo de Galicia en miniatura, un trocito de casa que te explota en la boca con esa mezcla de sal, dulzura y textura que no encuentras en ningún otro sitio. Aquí en Sanxenxo, donde el verano huele a playa y las terrazas se llenan de risas, este camarón autóctono es el rey de la mesa, y si no lo has probado todavía en uno de los locales tradicionales, te estás perdiendo una de las alegrías más grandes que te puede dar el Atlántico.

El camarón gallego en Sanxenxo tiene algo especial que va más allá de su tamaño, que, vale, no es el más grande del mundo, pero lo compensa con un sabor tan intenso que te hace cerrar los ojos al primer mordisco. Lo pescan aquí mismo, en las aguas frías de la ría de Pontevedra, donde las corrientes y el plancton le dan ese gusto único que no se puede imitar. La primera vez que lo probé fue en una taberna cerca del puerto, un sitio con mesas de madera gastada y manteles de papel donde el camarero te trae un platito humeante como si te estuviera confiando un secreto familiar. Lo cocinan sencillo, hervido con agua de mar y un puñado de sal, y cuando lo pelas, ese crujido suave y el olor que sube te hacen entender por qué este bicho es un tesoro local.

Degustarlo en los sitios de siempre es una experiencia que te mete de lleno en la vida de Sanxenxo. Uno de mis favoritos es Casa D’a Rosa, un clásico donde te sientas con vistas al mar y te traen una bandeja de camarones recién hechos que parecen brillar de lo frescos que están. Ahí me pasé una tarde entera con mi hermano, pelando uno tras otro mientras el sol se ponía y el vino blanco nos iba alegrando la charla; cada camarón era como un premio que te ganabas con las manos, y el sabor, entre dulce y salado, te dejaba con ganas de más aunque ya estuvieras lleno. Luego está O’ Rincón, otro sitio de los de toda la vida, donde los sirven con un toque de laurel que le da un punto diferente, y el ambiente es tan casero que parece que estás comiendo en la cocina de un amigo.

No te creas que esto es solo para los días de fiesta; en Sanxenxo, el camarón gallego es tan de la rutina como el pan en la mesa. Hay quien lo pide para picar mientras espera el plato fuerte, y otros, como yo, que lo hacemos el plato fuerte directamente porque no necesitamos más para ser felices. En A Bodega do Camilo, por ejemplo, te lo sirven con una cazuela de patatas cocidas al lado, y esa combinación tan simple pero tan perfecta me tuvo una hora entera saboreando cada bocado, mojando el pan en el caldito que queda y sintiéndome como si hubiera descubierto el secreto de la buena vida. Es un sabor que no cansa, que te conecta con el mar y con la tierra a la vez, y que en estos locales tradicionales se siente más auténtico que en ningún otro sitio.

La clave para disfrutarlo al máximo es no complicarlo: aquí no hace falta salsa ni florituras, porque el camarón ya trae todo lo que necesitas dentro de su caparazón. Me río cada vez que veo a algún turista intentando meterle limón o mayonesa, y pienso “amigo, déjalo brillar solo, que no le hace falta maquillaje”. En sitios como O’ Forno, te lo ponen tal cual, recién salido del agua, y el ritual de pelarlo con las manos, chuparte los dedos y compartir risas con quien tengas al lado es parte de la gracia. Es un sabor limpio, directo, de esos que te recuerdan que lo mejor de la vida suele ser lo más sencillo.

Pensar en cómo este camarón gallego en Sanxenxo se ha colado en mis días me tiene enganchado a sus redes. Entre el bullicio del verano y la calma del invierno, los locales de siempre lo mantienen vivo, sirviéndolo con ese orgullo que solo da saber que estás ofreciendo algo de casa, algo que no se encuentra en ningún otro mar del mundo. Es un bocado que sabe a Galicia, y aquí, en este rincón de la costa, lo disfrutas como si el Atlántico te lo hubiera cocinado solo para ti.