Cuando decidí darle un lavado de cara a mi casa, lo primero que pensé fue que quería algo que me representara, pero sin dejar mi cuenta bancaria en números rojos, así que me puse a investigar opciones y terminé contactando a un equipo de reformas Vilanova que entendió exactamente lo que buscaba. Planear una obra que transformara las áreas de mi hogar fue como armar un rompecabezas gigante, porque no se trataba solo de pintar paredes o cambiar el suelo, sino de repensar cada espacio para que fuera funcional y bonito al mismo tiempo. Este proceso me enseñó que con una buena planificación y las decisiones correctas, puedes convertir un lugar viejo en algo que parece sacado de tus sueños sin tener que vender un riñón en el mercado negro.
La planeación fue el punto de partida que me permitió soñar en grande mientras mantenía los pies en la tierra, porque sin un plan claro, habría terminado con una cocina a medio hacer y un salón que parecía un almacén. Me senté con el equipo de reformas y dibujamos un plano detallado, pensando en cómo quería usar cada área; por ejemplo, el comedor, que antes era un rincón olvidado con una mesa vieja, lo convertimos en un espacio abierto que conecta con el salón, perfecto para cenas con amigos sin que nadie se sienta apretado como sardina en lata. Hicimos un presupuesto inicial que ajustamos varias veces, porque aunque quería una isla en la cocina, me di cuenta de que con mi espacio y mi bolsillo era mejor optar por una encimera más sencilla pero igual de práctica, y así priorizamos lo que realmente importaba.
Elegir los materiales adecuados fue una parte del proceso que disfruté más de lo que esperaba, porque cada decisión era como ponerle mi firma a la casa. Para el suelo del salón, me enamoré de una madera laminada que imita el roble, resistente a mis torpezas diarias y con un tono cálido que hace que el espacio se vea acogedor sin costar una fortuna; en el baño, en cambio, optamos por azulejos grandes en tonos grises que dan un aire moderno y son fáciles de limpiar, algo que agradezco cada vez que mi sobrino deja huellas por todas partes. El equipo me guió para no caer en materiales baratos que se desgastan rápido, como esas baldosas que parecen bonitas en la tienda pero se agrietan al mes, y en lugar de eso encontramos opciones duraderas que encajaban con mi presupuesto sin sacrificar estilo.
Contratar profesionales confiables fue lo que marcó la diferencia entre un desastre y una obra bien hecha, porque no quería terminar con paredes torcidas o tuberías que gotearan como en una película de terror de bajo presupuesto. El equipo de reformas Vilanova que elegí tenía experiencia y referencias que revisé como detective, y desde el primer día me impresionaron con su puntualidad y la forma en que resolvían imprevistos, como cuando encontraron una viga que no esperábamos y la integraron al diseño en lugar de hacer un drama. Me mantuvieron informado en cada etapa, desde el derribo de un tabique hasta la colocación del último interruptor, y esa comunicación me dio la tranquilidad de saber que mi casa estaba en buenas manos.
Ver cómo mi hogar se transformaba con cada paso de este proceso me tiene todavía maravillado, porque lo que empezó como una idea vaga ahora es un espacio que refleja quién soy sin haberme arruinado en el intento. Las decisiones sobre materiales y la confianza en los profesionales me han dado un lugar donde cada rincón tiene sentido, y cada vez que abro la puerta, siento que este proyecto fue una apuesta que valió la pena desde el primer clavo.