Velar a un difunto es un hecho que hace referencia a la costumbre de realizar una vigilia con el cuerpo del fallecido. Es algo que tiene una larga tradición, ya en los inicios de la religión judía se llevaba a cabo. Entre las causas de su origen se barajan razones rituales, religiosas y también de seguridad, ya que era la manera de asegurarse de que la persona realmente había fallecido y no estaba en algún trance o con un ataque de catalepsia. Por eso, en muchos lugares se llegaba a velar el cuerpo varios días.
Hasta mediados del siglo pasado lo habitual era que en España se velara a los muertos en casa. La familia abría la casa para que familiares y amigos pudieran pasar a despedirse y a acompañar a los más allegados que no se movían del lugar. El muerto no quedaba solo en ningún momento y en ocasiones podía prolongarse esto durante dos o tres noches, según el día en que se hubiera producido el fallecimiento y la facilidad para llevar a cabo el entierro.
Actualmente, la mayoría de las personas optan por contratar los servicios de una Funeraria en Zamora Capital que incluyen el tanatorio. Así, el fallecido es velado en salas adaptadas que ofrecen muchas ventajas:
-El difunto está en una estancia refrigerada, por lo que no hay problemas higiénicos relacionados con el proceso de descomposición del cuerpo. Además, se evita que todo el mundo pueda tocar y besar a esta persona. El ataúd estará abierto o cerrado según deseo de la familia.
-La familia no tiene que preocuparse por atender a la gente que acude más allá de recibir el pésame y agradecer su presencia. En casa era normal tener que preparar café e incluso algo de comer para quienes pasaban allí la noche, así como ofrecer todo tipo de bebidas y picoteos. Todo esto era un trabajo añadido en un momento muy difícil.
-Cuando se necesita descansar, se puede elegir cerrar el tanatorio durante la noche. Se evita así la obligación de tener que estar alguien de la familia permanentemente disponible para atender a la gente.
Los velatorios en casa no están prohibidos y en algunos pueblos siguen realizándose por tradición o porque los tanatorios están demasiado lejos. Solo durante la pandemia se obligó a velar a los muertos en tanatorios y con un número muy reducido de personas.