Las galletas chips, el mousse y otros postres tradicionales comparten un mismo ingrediente: el chocolate. Desde el siglo dieciocho, este derivado del fruto del cacaotero se ha impuesto en las principales chocolaterías y bombonerías del mundo, en especial de España, donde recibe una demanda constante en cacaos chocolateria y otras tiendas especializadas.
Uno de los postres chocolateros más consumidos son las napolitanas, conocidas a su vez como medialunas o cañas de chocolate. Se trata de una masa de hojaldre con un relleno de chocolate que comparten muchas de las características del cruasán, pero a diferencia del dulce francés, su origen ha de rastrearse en las pastelerías de Viena del siglo y la forma y composición de su masa es distinta.
Al mismo tiempo que las napolitanas de Austria surge el mousse de chocolate, desarrollado durante el reinado de Luis XIV, como tantas otras delicias reposteras. Es una crema espumosa elaborada con el preciado fruto del árbol del cacao que se sirve en solitario o como parte de pasteles y otros postres. Su creación se atribuye a un sirviente de Luis XIV, Charles Fazi.
Los brownies, por su parte, describen un bizcocho enteramente de chocolate negro, sin levadura. Proviene de Estados Unidos y cuenta con su propio día en el calendario, el Día Mundial del Brownie. Su sabor intenso y textura crujiente lo sitúan como una elección preferencial para el consumidor de hoy.
También procedentes del país de las barras y estrellas, las galletas de chips o chispas de chocolate suponen una evolución de estos dulces tradicionales. Fueron inventadas por la chef Ruth Wakefield en la década de los treinta, en Massachussets.
Como las galletas de Wakefield, las florentinas han alcanzado fama más allá de las fronteras de sus respectivas naciones. En concreto, las biscotti en la nación transalpina pueden contener nueces y frutas, además de chocolate, por lo que representan un bocado más saludable.