¿Es buena idea que yo mismo pinte mi casa?

La tentación es muy grande. Hay que pintar la casa, tenemos presupuestos de profesionales y la idea de hacerlo nosotros y ahorrarnos bastante dinero ronda por las cabezas. Pero, ¿es una buena idea o vamos a terminar pagando dos veces por el trabajo? Lo cierto es que pintar es algo que todos podemos hacer siempre y cuando se tengan en cuenta unas premisas muy importantes.

Para empezar, es fundamental que la persona que va a pintar sepa lo que va a hacer. No es lo mismo pintar una pared que está en buenas condiciones y que tan solo hay que extender una o dos capas de pintura sobre ella que enfrentarte a una pared que tiene yeso en malas condiciones u otros problemas. Mientras que una pared en buenas condiciones resulta bastante sencilla de pintar, una que precise de reparaciones no debe ser afrontada por alguien si no tiene conocimientos para hacerlo, ya que el resultado no va a ser bueno.

También es importante saber que no se trata solo de comprar un rodillo y ponerse a extender pintura, hay que recortar todos los bordes de las paredes usando cinta y proteger todo aquello que pueda mancharse. Para alguien que no tenga experiencia previa, puede ser un trabajo un poco más largo de lo que tenía pensado y debe de tenerse en cuenta antes de afrontar esta aventura. Si se tienen dudas, lo recomendable es comenzar por una habitación de pequeño tamaño para ver cuánto tiempo lleva y el trabajo que supone y valorar si merece la pena pintar el resto de la casa o pagar por ello.

Si se ha decidido ir adelante con la pintura, hay que comprar una que sea adecuada. Lo mejor es acudir a una tienda especializada ya que no son lo mismo las pinturas industriales o las de exterior que las pinturas de interior. Y dentro de las de interior se pueden elegir pinturas sin olor, pinturas lavables, con brillo, mate etc. También habrá que comprar brochas, rodillos y escurridores, así como plásticos protectores para el suelo y los muebles.

Con este surtido es la hora de ponerse manos a la obra, siguiendo las instrucciones del bote de pintura en lo que se refiere al tiempo de espera entre la primera y la segunda mano o la forma en la que se debe de extender el producto.