Este verano, tengo una cita ineludible con el paraíso: ¡las Islas Cíes! Llevo años escuchando maravillas sobre este archipiélago gallego, con sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, y por fin ha llegado el momento de vivirlo en primera persona. La idea de explorar un lugar tan aclamado como «la mejor playa del mundo» (según The Guardian) me llena de una emoción que crece cada día.
Sé que planificar una visita a las islas cies no es tan sencillo como presentarse en el puerto. Ya estoy familiarizado con la necesidad de obtener una autorización de la Xunta de Galicia con antelación, dada la limitación de visitantes diarios para proteger su ecosistema. Mi plan es estar atento a la apertura de las reservas y ser de los primeros en conseguir mi permiso. Después, será cuestión de elegir una de las navieras que salen desde Vigo o Cangas, mis opciones más cercanas, para asegurar el billete de barco. No quiero dejar nada al azar.
Mi principal objetivo es desconectar y sumergirme por completo en la naturaleza. Quiero empezar el día temprano, para ser de los primeros en llegar y tener la oportunidad de recorrer sus senderos sin aglomeraciones. Me apetece especialmente hacer la ruta al Faro de Cíes, que promete unas vistas panorámicas espectaculares de todo el archipiélago y del océano Atlántico. Imagino ya la brisa marina en la cara y el sonido de las gaviotas.
Por supuesto, no puedo olvidarme de la Playa de Rodas. He visto fotos y videos, pero sé que la realidad superará cualquier expectativa. Mis planes incluyen dedicar varias horas a relajarme en su arena fina, nadar en sus aguas color turquesa (aunque me han advertido que están frías, ¡pero merece la pena!) y simplemente empaparme de la tranquilidad que irradia el lugar. También me gustaría explorar alguna de las calas más pequeñas y apartadas si el tiempo me lo permite.
Sé que no se permite tirar basura, que el respeto por el entorno es máximo, y eso es precisamente lo que más valoro de las Cíes. Es un santuario natural y quiero ser un visitante responsable. Este verano, mi mochila estará lista con lo esencial: agua, algo de comer, protector solar, una toalla y, por supuesto, una cámara para intentar capturar la belleza inmensa de este rincón de Galicia. Estoy contando los días para esta aventura.